lunes, 5 de marzo de 2012

Enfermero mimosín en prácticas

Un olor intenso fresco y agradable a suavizante nos hizo reparar en él. Un olor que solo se consigue cuando una madre te lava la ropa, da igual que le preguntes si añade el suavizante cuando se inicia el programa suavizado-apresto, da igual que si directamente al tambor, da igual la marca: Mimosín, mimosín 2, mimosín ultra o mimosín la venganza, ese olor, repito, solo lo consigue una madre. Y allí estaba él con su uniforme blanco inmaculado, una placa a la altura del pecho, con su nombre  y debajo la leyenda: Alumno en prácticas. Sobraba esa leyenda, esa cara lo delataba, es la cara que se te pone cuando sales de unos grades almacenes cargado de bolsas y saltan las alarmas, esa cara de “yo no he robado nada”, es la que presenta un alumno en prácticas, pero mantenida durante siete horas (lo que dura la jornada).

Cayó  su formación en las redes del enfermero apodado “Arévalo” porque al igual que el humorista, iba de gracioso pero sin conseguirlo. La primera tarea una toma de tensión, milagrosamente 130/80 y un pulso de 60 latidos por minuto y digo bien milagrosamente porque el difunto paciente nos había abandonado hacia no más de 20 minutos.

La segunda broma la típica de rellenar un recipiente de recogida de muestras de orina con un poco de cerveza y Arévalo, en su show, ante la cara atónita del alumno en practicas se lo llevaba a la boca dando un generoso sorbo para terminar diciendo: “me da a mí que tiene un poquito de infección”.

Saltó Mi Yo Interior (MYI ) en forma de alarma: “Cuidado con este, que es más tono que tú”, cuando sin hacerle ningún tipo de asco estuvo a punto de llevarse una muestra de orina a la boca, emulando a  su tutor, pero en este caso orina calentita recién recogida.

No contento con esta carta de presentación apunto estuvo de administrar un  jarabe de primperan por un lugar que a nadie se le ocurriría administrar: por vena.  Desconozco los efectos que hubiese tenido sobre el paciente, pero al alumno no pareció importarle: “qué mas da primperam  por boca  que primpram por vena”.

En ese mismo instante fue obligado a permanecer pegado al culo de su tutor de prácticas, ganándose el apodo de “el almorrana”, cambiando ese apodo por el de “el drácula” porque tras múltiples intentos de extracción sanguínea durante los sucesivos días, unas treinta, no lo consiguió ni una sola vez.

Como pasan los años hoy me incorporado a unidad cualquiera, he tenido que hablar con el supervisor, que sorpresa, su uniforme no huele a mimosín, por mucho que lo lavase  lo único que conseguiría es que el osito se diese de baja por depresión, su uniforme huele simplemente a hijo de la gran puta.

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