lunes, 9 de abril de 2012

Caballo perdedor

A las 17:00 horas nos visitó un paciente cualquiera a lomos de un caballo perdedor. Ni la limpiadora, ni el administrativo, ni el médico, ni las auxiliares, ni las enfermeras apostaban por él. Con todas las apuestas en contra y seguido muy de cerca por un jinete con guadaña en mano y vestido de negro entró directamente en la sala de críticos.

El médico de hoy, un impaciente con histeria, empieza su retahíla: analítica completa, gasometría, oxigeno, monitorización, electro… Y yo a lo mío, buscar una buena vena en la que introducir un catéter, es mi momento, me dan ganas de levantarme mirarle y decirle: “Paso de tu cara es mi momento, cállate”.

Veo una vena, o más bien la hija pequeña de una vena, introduzco el catéter bajo la piel y su parte posterior empieza a llenarse lentamente de sangre, eso sólo significa una cosa he tocado la vena, bien, esto va bien, pero deja de refluir sangre eso solo significa otra cosa: he roto la vena, mierda, vuelta a empezar. La cara del doctor ha pasado de amarillo a naranja ya casi rojizo. Miro a mi compañera que toma el relevo, y con un catéter de mayor calibre acierta de lleno.

El médico: “Menos mal, alguien competente”.
Mi yo interior (M.Y.I.): “Sí, la única competente de aquí”.

El paciente va perdiendo terreno a favor del jinete de negro, pero increíblemente sigue corriendo, no abandona, cero apuestas a su favor. Alterna periodos de inconsciencia, con otros de lucidez en los que pide la visita del  cura. La familia ya lo había avisado.

La cara del médico ha recorrido todos los colores del arco iris y permanece parada en el violeta, pide consejo a otro médico, no saben si entrar de lleno o dejarlo estar.

Entrar de lleno, que empiece la fiesta: drogas, bombas de perfusión, más drogas, otra vía, una sonda… Tres golpes, fuertes, secos y firmes en la puerta parecen aportar algo de orden, todos miramos, abrimos y un cura, padre o párroco, embutido en una sotana negra alzacuellos incluido se aproxima al paciente, este levanta sus brazos: “Gracias padre por venir a verme”.

-       No hijo mío, no vengo a verte, esto no tiene arreglo, vengo a prepararte, que te vas con Dios”.

La cara del médico es la de papá pitufo.

Sin nada que hacer por su cuerpo ni por su alma, el paciente decidió morirse a las 18:10 horas. Eso sí, el caballo, sin jinete, cruzó línea de meta.

Hoy he aprendido el significado de hostia sagrada, o en este caso, ostia en toda la boca.

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