viernes, 28 de junio de 2013

Antoñito, punto final

Antoñito solo madrugaba una vez al mes. Solo tenía una obligación al mes. La misma rutina que se repetía todos los meses: comprobar y retirar de su sucursal bancaria, a primerísima hora de la mañana su pensión no contributiva el mismo día que se la ingresaban.

Antoñito se levantaba y literalmente se encaminaba a su  banco y digo bien, literalmente, porque Antoñito no necesitaba cambiarse de ropa, ya se acostaba vestido, no necesitaba ducharse porque aun hacia mucho frío, no necesitaba desayunar porque su desayuno no estaba en casa, lo encontraba en la calle.

Pero hoy la rutina de Antoñito se convertiría en novedad, desagradable novedad. A la salida de la sucursal, se encontró con una deuda pendiente. Dos, uno a su izquierda y otro a derecha. Lo sujetaron, él ni se inmutó, no serviría de nada, el tercero, el de los guantes de látex, requisó su pensión aunque por supuesto no cubría gastos, así que decidió quitarle lo único que medio tenía valor: su vida. Le asestó dos certeras puñaladas en el tórax, justo donde se aloja el corazón. 

viernes, 21 de junio de 2013

Nadie sobrevive una noche en la territorio comanche sin secuelas

Tocaba turno de noche en una unidad que no era ni en la segunda, ni en la tercera planta, por no tener no tenía ni número; era conocida entre el personal como la unidad Territorio Comanche, donde en cada turno se libraba una feroz batalla, perdida de antemano, por el personal sanitario. Y es que ciertamente servia de cajón desastre, donde se ingresaban desde abuelos crónicos pluripatolgógicos a pacientes agresivos, pasando por pendientes de diagnóstico psiquiátrico definitivo y demás…

La noche empezaba con desgana y más ahora, sabiendo que compartiría turno con una compañera de cuyo nombre no quiero acordarme y que apodábamos “La Koala”, no solo por su parecido físico con el marsupial, que también, si no porque al igual que este, dormía veinte horas al día para ahorrar energía. Era curioso como tras recibir el relevo iniciaba el mismo ritual noche tras noche: sacaba de un bolso una colchoneta playera color flúor, un inflador de pie y, sin ningún tipo de remordimiento ni prisa, la  inflaba.

Mientras yo preparaba los no se cuántos botes de medicación, mentalmente identificaba las habitaciones conflictivas: 

viernes, 14 de junio de 2013

Depresor lingual

Después de algunos días en aquella unidad de pediatría, aprendí que los niños lloran mucho y hacen continuamente pipí y caca.  Se me olvidaba, también he aprendido el complicado uso de un utensilio médico: el depresor lingual. Ese palito de madera que se usa para valorar la boca y la garganta, sí, el mismo que nos regalaba nuestro pediatra. He rehusado anotar en mi cuaderno de chuletas de enfermería estos vastos conocimientos. Con esta potente base científica me enfrenté a mi nuevo destino, una unidad de medicina interna en la que los pacientes, a pesar de superar con creces la edad de los niños, también lloraban mucho y  se hacían continuamente pipí y caca. Y justamente para recoger muestras de heces es para lo que, en esta unidad, se usaba el depresor lingual. Tras clavar en innumerables ocasiones ese instrumento de madera en un pañal rebosante, entenderéis por qué dejé de comer esos típicos helados de polo con palito.

viernes, 7 de junio de 2013

Tipología básica de enfermeras

Camino de mi nuevo destino profesional, los nervios típicos y la pregunta de siempre: ¿con qué tipo de enfermera compartiré mi jornada laboral? Y es que no se si lo sabéis, pero hay enfermeras de muchos tipos.

Enfermera Aliento En Tu Nuca: No se fía de ti, da igual que tu experiencia profesional sea de diez, veinte o treinta años; da igual que lleves en ese servicio otros tantos años; no se fía de ti. Que vas a sacar sangre, allí está, tras de ti; que sacas la medicación, allí está tras de ti. Provoca la misma sensación que sentirías si conduciendo por una carretera secundaria limitada a 80km/h aparece pegado en tu retrovisor el todo terreno de la Guardia Civil.

Enfermera Happy Meal: Al igual que dicho menú infantil, en su interior guarda una sorpresa para ti, normalmente tan decepcionante como la del menú;  a las 14:50 horas, a diez minutos de finalizar el turno, te comenta: “Oye, sabes una cosa, hay que sacar la medicación del turno siguiente y hacer el balance hídrico”. MYI: “Claro y después le hago la manicura y pedicura a todos, a ti, y a tu madre con el tiempo sobrante”.

Enfermera Normal y Corriente: Es mi ídolo. Esta enfermera se ha criado desde pequeña en servicios especializados como una UCI de hospitales potentes, urgencias de hospitales de referencia, quirófanos de urgencias. Para ella, la llegada a urgencias de un paciente gran quemado es normal, la llegada de un motorista con un miembro amputado tras un accidente es normal, y tú, asustado lo único que puedes hacer es seguirle la corriente.